¿La juventud es una locura?
Antes de juzgar la juventud parémonos en la infancia. De ella dependerá que esta juventud sea más o menos loca.
Si una criatura se educa en el seno de una familia honesta, si no ve excentricidades, si sus necesidades son suficientemente atendidas, si se le ayuda a comprender y vencer las primeras crisis morales y espirituales, seguro que llegará tranquilamente a la edad crítica.
La imaginación de estos pequeños seres es tan elástica que debe ser vigilada con mucho tacto.
¿Cuántos jóvenes sometidos a unos falsos aspectos, a causa de una infancia abandonada, entienden mal la vida?
Consideremos este abandono moral sabiendo que las privaciones y los malos contactos no les han sido favorables.
¿La juventud es una locura?
¡No! Es la consecuencia del fin de la infancia que comienza a conocer los placeres de la independencia.
Tiene toda la vida delante. Una vida que ha ilustrado con los más bellos y vivos colores. Todo está a su alcance, va a poder con todo. Es lo que piensa. Por estos motivos su conducta es, a veces, irreflexiva, no ha tenido tiempo para reflexionar.
Dueña de un cuerpo joven y ágil puede subir y bajar una escalera de cuatro en cuatro escalones, correr a toda velocidad, seguir fácilmente los modernos y acrobáticos bailes; todo ello con una agilidad asombrosa.
Mucha gente la critica por pura envidia y es que ni la edad ni el cuerpo – transformado en un envoltorio más o menos pesado – se lo permiten.
Más tarde, la juventud, mientras se va, cuando ha fracasado varias veces y cuando se da cuenta de que su bonita pintura de la vida ha adquirido tonos marrones, grises y también negros, es cuando comienza a dirigir su cerebro.
Entonces la juventud empieza a quedarse atrás. Descubre sus “locuras” síntoma de su partida. Y empieza la sabiduría, la comprensión de muchas cosas. Este tramo dura bastante tiempo.
Un buen día se presenta La Sra. Experiencia. Le damos muy buena acogida, es nuestra mejor amiga; llega, incluso, a quedarse para siempre.
Después buscamos la juventud, esa juventud que, a pesar de todo, no es una locura y… no la encontramos. Se fue, no volverá. Es incompatible con la experiencia.